Al estar en forma se reducen los riesgos del buceo, disfrutando más de la inmersión. Si se bucea con regularidad se suele estar bien preparado, pero sino es así es mejor asegurarse y realizar ejercicios de manera regular.
Al estar habituado al ejercicio físico, con los pulmones sanos y fuertes y el sistema circulatorio en perfecto estado, se utiliza menos cantidad de aire, por lo que la inmersión dura más.
Un buen sistema cardiovascular sirve para reducir los ataques de pánico, ya que elimina más rápidamente el aumento de dióxido de carbono en la sangre que producen.
Así mismo se requiere estar fuerte para poder cargar con el equipo, pero manteniendo el peso adecuado para la altura.
Al bucear se retiene nitrógeno en los tejidos y la sangre, y la grasa lo retiene durante más tiempo.
Si se ha perdido o ganado peso desde la última vez que se buceo, conviene revisar el lastre, ya que la grasa flota intrínsecamente, alterando la flotación.
La buena forma física no se adquiere de un día para otro, por lo que se debe practicar ejercicio de forma regular, sobretodo aquellos que sirvan para fortalecer los músculos que más se emplean en el buceo, como la espalda, las piernas, los hombros y los brazos.
Si es la primera vez que se acude a un gimnasio se deben comenzar por ejercicios suaves, aumentándolos poco a poco.
También es bueno realizar ejercicios cardiovasculares como correr, nadar o montar en bici varias veces a la semana para mejorar la forma física y la respiración.
No se deben realizar ejercicios después de bucear, ya que el nitrógeno que queda en el cuerpo puede convertirse en burbujas si el ejercicio es muy fuerte. Sólo hacer unos estiramientos, descansando el resto del día. Tampoco tomes duchas ni baños calientes ya que también aumentan el riesgo de DCS.