Al bucear el nitrógeno que se respira se acumula en el cuerpo. Al descender se va liberando poco a poco, por lo que es conveniente planificar la inmersión y saber la cantidad de nitrógeno que se debe eliminar, y como hacerlo.
Los gases son solubles en los líquidos, y se disuelven en ellos más fácilmente si están comprimidos. Debajo del agua se respira aire comprimido, compuesto principalmente por oxigeno y nitrógeno, que entran y se disuelven en la sangre. Esto sucede en los alvéolos pulmonares.
El nitrógeno tiene la característica de absorberse muy fácilmente en la sangre y los tejidos. Como ya sabemos el regulador a medida que aumenta la profundidad suministra un aire más denso, por lo que hay más moléculas de oxígeno en cada inspiración.
Este exceso de nitrógeno lo absorben los tejidos del cuerpo. Al ascender el nitrógeno es devuelto al tejido sanguíneo, debido a que la presión ambiental cae.
Si esto sucede muy rápido, el nitrógeno entra en la sangre en forma de burbuja, lo cual es muy peligroso al producir la enfermedad DCS. Estas burbujas si se alojan bajo la piel o en las articulaciones son menos peligrosas, pero si van al cerebro o al sistema nervioso, pueden producir parálisis o la muerte.
Para que esto no suceda se debe ascender lentamente, para que le nitrógeno vaya entrando lentamente en la sangre, saliendo del cuerpo por los pulmones, sin causar daños.
Para controlar que no sucedan estas cosas, se debe controlar el tiempo de inmersión y la profundidad, y mediante las tablas o un ordenador comprobar que no se está superando el nivel de nitrógeno que se pueda eliminar durante el ascenso.
De todas maneras, siempre es bueno realizar una parada de tres minutos, a los 3 metros de llegara a la superficie, como medida de precaución, aunque ni las tablas ni el ordenador lo indiquen.
El exceso de nitrógeno puede provocar efectos narcóticos durante la inmersión, los cuales pueden ir desde la euforia hasta la ansiedad. La narcosis o borrachera de las profundidades no suele provocar la muerte, pero a más de 30 metro de profundidad hace que el buceador tome decisiones arriesgadas.
Si se notan los efectos, se debe ascender un poco, y pasarán. Se debe vigilar al compañero, para comprobar que no la padece, como que responda más lentamente o haga cosas irracionales. También puede notarse en que tenga las pupilas dilatadas y una mirada vidriosas.
A partir de los 15 metros el buceador puede empezar a sufrir narcosis, retardándose las respuestas y cambiando los valores del juicio. Subiendo un poco pasarán los efectos.
A partir de los 30 metros, aumentará la intoxicación, la percepción, la excesiva confianza o la aprensión.
A partir de los 50 metros los sintomas anteriores se intensifican. No es recomendable sumergirse a más profundida si se está practicando buceo recreativo, ya que puede llegar al coma.